Para reflexionar...

Y así después de esperar tanto, un día como cualquier otro decidí triunfar. Decidí no esperar a las oportunidades sino yo mismo buscarlas. Decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución. Decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis. Decidí ver cada noche como un misterio a resolver. Decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz. Aquel día descubrí que mi único rival no eran más que mis propias debilidades, y que en éstas, está la única y mejor forma de superarnos. Aquel día dejé de temer a perder y empecé a temer a no ganar. Descubrí que no era yo el mejor y que quizás nunca lo fui, me dejó de importar quién ganara o perdiera. Ahora me importa simplemente saberme mejor que ayer. Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino dejar de subir. Aprendí que el mejor triunfo que puedo tener, es tener el derecho de llamar a alguien "Amigo". Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento, "el amor es una filosofía de vida". Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados y empecé a ser mi propia tenue luz de este presente. Aprendí que de nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de los demás. Aquel día decidí cambiar tantas cosas. Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad, desde aquel día ya no duermo para descansar. Ahora simplemente duermo para soñar.


sábado, 22 de diciembre de 2012

(62) Toda la verdad


HABER... ME HAN ENCONTRADO MUY INSPIRADA ESTA SEMANA!
 ESTE ES EL CAPI MAS LARGO DE MI VIDA... Y EL MAS TRISTE TAMBIÉN.
ESPERO LES GUSTE... COMENTEN PLISS!
BESOTE  :D





Me desperté cálida, demasiado.
-Perdona si te eh despertado. No ha sido mi intención- se disculpo Quil acariciando mi cabello con esa manaza suya.
-¿Donde esta mamá?- pregunte alarmada.
-Tranquila, ah ido por un café- me tranquilice lo justo para darme cuenta que había dejado a Quil y mamá solos anoche.
-¿Que ha pasado mientras eh estado dormida?- Quil sonrió y recopilo todo lo que me había perdido en su mente.
-Valla ¿Eso dijo?- me sorprendió la conversación que mantuvieron ellos dos.  Que mamá se mantuviera callada respecto que Quil era claramente igual a lo que era hace 11 años se me antojo raro, pero aun mas raro que ella dijera “ Me alegro que estén juntos, ella necesita de alguien que la proteja y tu pareces de fiar. Me alegra que te tenga en su vida”.
De seguro cambiará de parecer cuando todo esto pase. Ahora no están funcionando bien sus cables.
-¿En que piensas?- me pregunto viendo que no decía nada.
<<¿De verdad dijo eso? Es que no me lo puedo creer que siquiera te hable. No estoy segura de porque no salio corriendo en cuanto te vio, o creo que me esperaba algo así como “ ¿Que crema anti edad usas? Porque estas raramente bien conservado”>>
Quil ahogó una carcajada ya que no era momento ni lugar para reír.
 Menos mal que se lo dije mentalmente porque de repente me di cuenta de la presencia de Sam y Emily en el piso a nuestro lado. Emily descansaba en los brazos de Sam mientras este dormía apoyado contra la pared. La posición que había adquirido se me antojaba de verdad incomoda.
Me incorpore enseguida en cuanto capte la mente de mi madre de regreso, con dos cafés en sus manos. ¿Cuantos de esos se había tomado para permanecer despierta toda la noche? La perspectiva era alarmante.
-Oh Claire te has despertado. Te hubiera traído algo de haber sabido...- me apresuré a negar con a cabeza.
-No mamá, no importa. En realidad no quiero nada- mamá le tendió uno de los cafés a Quil y este sonrió en modo de agradecimiento. Quil se sentía avergonzado, lo veía en su mente.
-¿Has dormido bien?- me preguntó mientras se sentaba entre mis piernas al pie del banco en donde estábamos Quil y yo.
-Todo lo bien que puedes dormir en un hospital sabiendo que tu padre esta en el- susurré. Mamá asintió y yo no pude resistir la tentación de echar un vistazo en su mente.
Estaba echa un lió, eso era obvio. Aun conservaba esperanzas de que papá saliera de esta, aunque yo no compartía su optimismo. Yo era realista y ya me estaba haciendo a la idea de que tendría que dejarlo ir. Sin embargo mamá se aferraba a esa pequeña esperanza con todas sus fuerzas. Y no iba a ser buena idea mas tarde, cuando todo halla terminado.
Me entraron ganas de decirle a mamá que parara, y meterle algo de realidad y sentido común en esa cabeza suya, pero solo pude mirarla y sentirme algo irritada, porque no podía juzgarla. Si yo estuviera en su lugar pensaría exactamente de la misma forma.
¿Como se supone que le dices adiós a tu alma gemela? Eso es algo para lo cual nadie esta preparado. No podía juzgarla por seguir teniendo esperanzas.
Cuando Sam y Emily despertaron Emily se acerco a mamá y conversaron durante un rato. Sam dijo que llamaría a Jake para ver como están las cosas y fue en ese momento que me acordé de Sara.
Me levante de mi lugar y cinche a Quil conmigo. El me siguió tomando mi mano hasta las escaleras de afuera del hospital.
-¿Llamaras a Sara?- me pregunto en mi oído. Me abrazó por detrás y puso su cabeza sobre mi hombro.
-Si. Me había olvidado de llamarla anoche- marque su numero y esperé un buen rato a que respondiera. Pero no pasó nada. Marque otra vez y nadie atendió.
Me preocupe.
Fui corriendo hasta donde se encontraba Sam. En el estacionamiento del hospital, lo bastante lejos como para poder hablar de cosas lobunas sin tener que preocuparse de observadores humanos.
-Sam, quiero hablar con Jake- Sam nos miró a Quil y a mi por un segundo y asintió.
-Jake, Claire quiere hablar contigo- y sin mas me tendió el celular a mi.
-Hola Jake, ¿esta todo bien?- le pregunte, porque no era muy común que Sara no atendiera el celular.
-Si si, nada de a torcido acá. ¿Porque?- me preguntó, a sabiendas de que algo debía de andar mal.
-Acabo de llamar a Sara pero ella no contesta. Me preguntaba si había pasado algo para que ella olvidara su celular- le dije a toda prisa. El suspiro del otro lado de la linea.
-Ella esta bien. Esta con Seth y Leah patrullando los alrededores. Le diré que has llamado- suspiré también de alivio.
-Oye Jake, ¿están ellos tres solos? Y emm, ¿Leah?- recordaba la siempre constante mueca de disgusto que tenía Leah desde que me alié con los Cullen, y estaba al tanto de que Sara tampoco le era muy de su agrado. Tal vez ahora que Seth se había imprimado de ella había dejado de lado esa hostilidad suya.
-Edward, Emmet y Jasper están ayudando. Ya sabes, ahora que te fuiste no tenemos un lector de mentes. Y Leah, bueno, no la esta pasando de maravilla pero lo esta intentando de verdad- me di cuenta de que Jake había saltado en defensa de Leah, tal vez por el echo de que ella pertenecía a su manada.
-Bueno, en ese caso esta bien. Dile a Sara que la próxima vez lleve su celular ¿si?-
-Claro. Oye Claire, ¿como están las cosas por allá?- el tono de voz de Jake cambió, ahora era algo mas cuidadoso con lo que decía. Y sabía lo que estaría pensando. Recordaba haberle preguntado por su madre cuando era pequeña y recordé ese mismo cambio de voz. Ese cambio de voz de alguien que piensa las cosas antes de decirlas.
-No lo se Jake. Estoy dándole vueltas al asunto de entrar y verlo pero... No es una perspectiva de mi agrado. No quiero ver nada si será como la ultima vez- suspiré, ya que no me apetecía recordar.
-Ya, pero créeme que te arrepentirás si no lo haces. A mi me hubiera gustado tener la oportunidad de haberla visto aunque sea unos minutos y haberme despedido. Tal vez me hubiera escuchado- su voz se fue apagando conforme hablaba.
-Jake, ya me voy. Por favor dile lo del celular a Sara y que la quiero ¿si? Adiós- Jake se despidió y  yo le tendí el móvil de vuelta a Sam.
Quil me sacó de allí tirando de mi, hasta llegar a la parte mas alejada del hospital. No sabría decir en donde nos encontrábamos.
-Haber, ¿porque no me dijiste nada de eso? Puedo entrar contigo si quieres- suspire.
-Esta Bien Quil, no tienes que preocuparte. Es algo que tengo que hacer yo misma. Jake tiene razón, me arrepentiré mas tarde si no lo hago- aunque ahora no veía porque.
Cuando entramos al hospital una enfermera salía de la habitación de mi padre.
¿Que había pasado? ¿Algo se había torcido mientras no estaba?
Me concentré en las mentes a mi alrededor. La enfermera no parecía sorprendida en lo mas mínimo porque mi padre no hubiera presentado mejoría alguna. Y mamá estaba igual que antes, tal vez un tanto peor. La realidad le estaba cayendo encima.
Claire
Disminuí mi paso ante la mención de mi nombre. Miré a Quil que se había acompasado a mi nuevo paso pero el no me había llamado en lo absoluto, ademas de que no era su voz.
Claire... Sara
Me quedé clavada en el suelo al saber de donde provenía esa voz. Se me cortó la respiración y tuve que sostenerme de Quil por un segundo.
-Claire, ¿que sucede?- Quil me atrajo hacia el y nos sentamos en el piso.
¿Como era posible que el estuviera pensando en mi? Si en su mente no había visto nada mas que la nada, algo propio de alguien que esta a punto de morir internado en el hospital. Se supone que todos esos líquidos y cosas que te dan es para que no puedas sentir nada y mucho menos pensar.
¿Porque mi padre lo estaba haciendo? ¿Y porque Sara?
-Mi padre...- me paré de en donde estaba y me dirigí hacia la habitación.
Quil se me quedo mirando pero no me detuvo, porque el sabía que tenía que hacerlo sola, lo que no sabía era lo que estaba escuchando en mi cabeza. Tal vez Jake tenía razón, y todas esas cosas que dicen de que cuando alguien esta inconsciente aun así puede oírte.
Mamá también me contempló desde su lugar sentada al frente de la puerta con la mirada cansada y esas ya tatuadas ojeras. Emily pasó uno de sus brazos por sus hombros y me asintió. Un simple gesto que decía que yo podía hacerlo. Aunque no estuviera segura de eso. Sam había llegado y tomo su posicion al lado de mi tía.
Claire... Sara... Hijas...
Su voz sonaba lejana, cansada. Pero a pesar de eso note la urgencia con la que pronunciaba las palabras. Tomé una bocanada de aire y entre a la habitación.
Esto era peor que la ultima vez. Trate de no prestarles especial atención a los millones de cables y tubos, ademas de las agujas que lo rodeaban, ya que sabía que sería un caso perdido el no llorar si llegaba a contemplar todo eso sobre el.
Solo vi su rostro.
Y yo había tenido razón. Jamas en la vida podría estar preparada para algo como esto. ¡Era mi padre! ¿Como se supone que se esta preparado para perder a alguno de tus padres?
Tome su mano y estaba algo fría. Me dio algo de miedo pero su corazón seguía latiendo, algo débil, pero eran latidos al fin, y lo seguían manteniendo vivo.  Las agujas y los tubos me dejaron de importar al saber que eran para su propio bien, aunque jamas podría dejar de odiarlas como ahora.
-Hola, papá- me sentía algo estúpida, porque estaría hablando sola, pero una parte de mi tenía la esperanza de que tal vez podría escucharme.
Hija...  
¿En verdad me estaba escuchando?
-Papá, ¿me escuchas?- esperé por su respuesta, pero luego de un minuto seguí sin escuchar nada.
Si...
Esa sola silaba, cambió todo. Podría decirle todo lo que lo quería y saber que el podría escucharme.
No me importaba que no entendiera como hacía para escuchar sus pensamientos puesto que era mi padre, y no le ocultaría algo así, mucho menos ahora. ¿Que importan los secretos cuando alguien se esta muriendo?
Voy a morir...
No era una pregunta, era la cruel verdad y realidad de los echos. El lo sabía y parecía no asustarle el echo.
-Esta bien papá, no te preocupes por eso- la voz se me quebró al final. El no se preocuparía pero yo si.
Vi el rumbó que tomaron sus pensamientos. El quería ver a mamá.
-Mamá esta fuera... Ahora le digo que entre- me separé de el solo un poco pensando en que a mamá le encantaría hablar con el, poder despedirse.
No, no. No te vallas por favor. Tengo que mostrarte algunas cosas... Cosas que quizás debí haberte dicho hace mucho.  
La urgencia de sus palabras hizo que me quedara a su lado un poco mas. Ya que su mente bagó por lugares a los que nunca imagine. Estaba volviendo a sus inicios.

Viví en Londres hacia mediados del siglo XIX junto con mi padre y madre hasta los 2 años, cuando un hermano hizo que dejara de ser hijo único. 
Daniel Edward Young fue el nombre que mis padres escogieron para mi. 
No eramos exactamente de clase alta pero tampoco estábamos en la pobreza como muchos en esa época. Seríamos algo así como clase media alta. Mi padre era un abogado respetado por algunos y realmente odiado por otros y mi madre era su fiel compañera, nada mas que un ama de casa como en ese entonces era lo correcto. 
Mi hermano Ben fue realmente una bendición según mis padres ya que esperaban con ansias su segundo hijo. Aunque para mi no era nada mas que un fastidio. 
Mis padres eran realmente las mejores personas que podrías conocer en aquel entonces. Eran amables y honestos con aquellos que debían serlo, solidarios pero algo tercos, nunca daban el brazo a torcer en cuanto a temas de su interés. Mi hermano y yo siempre tuvimos todo lo que queríamos. Nos malcriaron por un tiempo, hasta que yo cumplí los 10 y tuvimos que mudarnos. No estaba seguro de porque pero creía que tenía cierta vinculación con los asesinatos que habían ocurrido en la ciudad, ya que mi padre siempre despotricaba algunas palabrotas demás en la mesa cuando leía en el periódico sobre ello. 
Nos terminamos asentando en España, un lugar al que nunca me habitué. 
Mi madre tenía raíces españolas por lo que fue fácil empezar de nuevo para ellos. 
Pero para mi hermano y yo fue el comienzo de todo el desastre.
Un día de primavera en nuestra casa (mas parecida a una mansión, con su enorme jardín, y sus dos pisos de alto) recibimos visitas.  
Dos adultos, mas o menos de 50 años o tal vez un poco mas se quedaron en la casa por un tiempo. Mi padre se puso la mar de contento cuando llegaron a casa esa mañana y mi madre se puso a cocinar esas delicias que solamente podíamos saborear en días de fiestas, y por supuesto en nuestros cumpleaños. 
Eran una pareja de ancianos, aunque la palabra ancianos solo servia para describirlos físicamente porque no tenían nada de ancianos una vez que los conocías, al menos no ese hombre, que parecía estar mas cuerdo que cualquier anciano tan bien conservado como el, porque a pesar de tener sus arrugas y algunos temblores propios de la edad, aun conservaba su pelo negro lustroso y caminaba como si tuviera aun 30 años de edad. 
Se parecía mucho a mi padre y fue unos cuantos días después que me enteré que eran mis abuelos. Debí haber adivinado porque Ben era rubio, teniendo a una abuela tan rubia como ella.
Mi abuelo Carlos y mi abuela María se quedaron un buen tiempo con nosotros. Un buen par de meses, pero la verdad que no nos importó, porque jamas habíamos tenido a nuestros abuelos cerca, de echo habíamos llegado a pensar que no teníamos. 
Cuando cumplí los 12 mis abuelos aun seguían en casa. No me había dado cuenta de la razón hasta que vi decaer a mi abuela y quedarse en cama por un problema del corazón. Eso era lo que los médicos dijeron. 
El funeral fue en grande, ya que la familia parecía tener a toda una ciudad como amigos.
Pero conocía a muy pocas personas y en realidad no vi ni a la mitad de ellas porque mi mente se había centrado en mi abuelo, ahora mucho mas viejo por la angustia y la tristeza. 
Desde ese día nada fue igual. 
Las cosas empezaron a cambiar en mi, no solo físicamente ya que entraba en la adolescencia, también mentalmente, aunque algunos cambios no sabría decir que eran. 
Les oculte esto a mis padres y al abuelo pero a mi hermano no pude engañarlo. El me conocía muy bien, ya que a pesar de las discusiones y peleas sin sentido nos llevábamos bien y nos entendíamos a nuestra manera. 
Traté de entender que era lo que me estaba pasando, encontrar una razón lógica y cuerda que no tuviera nada que ver con seres míticos y leyendas pero todo fue en vano. Entre en un mundo nuevo, con criaturas nuevas que despertaban mis instintos de no se que. Ya que ahora no me conocía ni a mi mismo. 
Cuando llegue a los 17 años yo ya estaba realmente loco. Aunque no se como había echo para que mis padres no sospecharan de nada. Mi abuelo era otro tema. 
El me miraba de reojo cada vez que le mentía a mi madre diciéndole que había estado en la casa de un amigo cuando en realidad me había enfrentado a un vampiro en mitad de la noche. 
Ellos tenían suerte de no saber sobre ese mundo, donde yo oficiaba de super héroe para salvar a las personas de esas criaturas. 
Cuando cumplí los 20 las cosas ya se habían calmado. Madrid estaba libre de vampiros y lo había echo sin levantar sospecha alguna de parte de nadie. 
Mis padres estaban orgullosos porque entraría a la universidad para estudiar medicina y mi hermano  estaba celoso de que yo tuviera una vida mas entretenida que la suya.   
El había estado esperando que esos poderes que yo poseía también le llegaran a el pero eso jamas paso. Tal vez por eso era tan frió conmigo ahora.
La verdad no sabría decir que fue lo que pasó, pero una noche, volviendo a casa después de un largo día de universidad mi mundo se vino totalmente abajo. 
La mansión que me había protegido durante años ahora no era mas que escombros. Algunas llamas aun encendidas quemaban lo poco que quedaba de lo que había sido mi casa. 
Los vecinos habían visto horrorizados todo lo que había pasado y fueron ellos quienes me dijeron que nadie había salido de la casa mientras se quemaba hasta los cimientos. 
Cuando me serene lo suficiente como para revisar, encontré 3 cuerpos. Ninguno de ellos se parecía al de mi hermano ya que era tan robusto como yo y no había entre los tres cuerpos quemados alguien que se pareciera. 
No necesitaba de muchos estudios de medicina para darme cuenta de que los huesos estaban rotos, quebrados y echos añicos. 
Solo se me ocurría una sola criatura capaz de cometer de semejante daño a un humano. 
Caminando por lo que era mi casa me encontré en el cuarto de mi abuelo. No había quedado nada. Pero cuando pise un trozo de madera de lo poco de piso que quedaba mi pie traspaso la débil madera dejándome ver un pequeño librito, mas bien un diario. 
No me costo para nada leer aquella letra tan prolija que poseía mi abuelo. Pero me costo digerir lo que aquellas palabras me estaban diciendo.  Al menos ahora sabía toda la verdad. 
El había sido como yo, el había sido el primero en nuestro tipo: hijo de una semi-vampira y un humano. Aun me costaba digerir la palabra semi-vampiro, y me costaba aun mas el echo de saber que me parecía mas a esas criaturas de lo que había imaginado. 
Su madre (mi tatara abuela) había sido una semi-vampira muy fuerte. Era capaz de “robar” dones a los vampiros y usarlos a su antojo, tal vez por eso era capaz de usar tantos dones. 
La cosa fue que ella se enamoró de un humano (mi tatara abuelo) y frente a todo pronostico tuvieron un hijo. Mi abuelo.
No podía creerme nada de lo que ese diario decía, pero aun así tenía una explicación (poco creíble) pero la tenía. 
Tomé el diario y lo guarde en mi bolso, donde había metido lo poco que se había salvado del incendio, uno que claramente debió ser intencional. 
Algunas fotos que estaban guardadas dentro de un pequeño baúl en una esquina de mi habitación, el sombrero favorito de mi padre algo maltrecho y el cepillo que mi madre usaba para peinar su hermoso cabello negro. Cosas que eran basura pero que significaban tanto para mi. 
Cuando dejé la casa atrás me dije que tenía que encontrar a mi hermano. Aun tenía la esperanza de encontrarlo con vida, ya que si lo habían secuestrado para atraerme preferirían una carnada viva ¿no?. 
Nunca había sido muy bueno rastreando, pero de todas formas lo intente. Pasé días y noches tratando de encontrarlo pero al final perdía la esperanza. Fue entonces cuando el sentimiento de venganza hizo añicos mi cordura. Una sanguijuela me había arrebatado todo: mi familia, mi casa, una vida entera. Ahora solo vivía para atrapar a esa garrapata. 
No me di cuenta de que no envejecía hasta que varios años después me vi reflejado en el agua. 
Había leído el diario de mi abuelo varias veces como para darme cuenta de que contaba su vida desde diferentes épocas. ¿Cuantos años había vivido mi abuelo antes de que esa garrapata lo matara? Tal vez tantos años como yo estaba destinado a vivir. 
Mis poderes se incrementaron. Era mas fuerte conforme pasaba el tiempo Era capaz de hacer muchas cosas a la vez. Lo mejor de todo era la capacidad de leer mentes y el gran sin fin de cosas que podía controlar. Esa capacidad de escuchar los pensamientos me llevó a encontrar lo que estaba buscando. 
A principios del siglo XX me encontraba vagabundeando por América del Sur. Una región muy bonita, pero salvaje. No habían tantas garrapatas como había pensado, de echo apenas me encontré con una, un hombre que “paseaba” cerca de una tribu contemplando a las mujeres desde un punto de vista que parecía casi científico. Como un doctor mira a su rata de laboratorio. No me encontré con el de nuevo ya que el pareció darse cuenta de mi naturaleza, o algo por el estilo. Aunque tampoco podía atacarlo, no en medio de una tribu para que todos se alarmaran. Según el diario de mi abuelo, parte de esta vida era mantener el secreto, tanto era así que ni siquiera su esposa supo sobre su naturaleza. 
En alguna parte del Brasil me encontraba cuando sentí un efluvio familiar y unos pensamientos de una voz que conocía muy bien. Aunque me dio miedo saber que después de tanto tiempo el seguía con vida. Porque había una sola opción para que eso fuer posible. 
Intercepte a la parejita feliz antes de que llegaran a la ciudad. Toda una vida buscándole y el se encontraba tan feliz en los brazos de una sanguijuela. Estaba tal cual lo recordaba: rubio y alto.  Tan bien formado como yo, pero sus ojos eran de un intenso color rojo y sus dientes parecían brillar bajo la luz de la luna. Su acompañante era tan deslumbrante que en ese momento me pregunte si no era un ángel. Rubia hasta lo imposible con rasgos delicados, esbelta y alta. Pero claro, ese era el truco, gracias a esa belleza encontraba a sus presas mas desafortunadas.  
En la mente de Ben vi todo lo que aquel día había pasado. Y no me lo podía creer. 
¿Como iba a pensar que mi propio hermano les iba a dar en bandeja de plata sus padres a una garrapata? ¿Como siquiera me iba a imaginar que el había planeado todo eso solo por los celos que le daba el no ser tan fuerte o veloz como yo? En mi cabeza no cabía el echo de que mi hermano, mi propio hermano era ahora mi peor enemigo. 

Muchos años después me encontraba en los Angeles para poder conseguir algo de ropa decente. Era un vagabundo sin rumbo fijo que vivía de las cosas que robaba a gente que no sabía compartir. Mi vida se había convertido en una existencia vacía  ya que vivía por vivir, y porque no era lo suficientemente valiente como para suicidarme,  aunque eso me sabía algo a cobardía.
Los tiempos habían cambiado, tanto era así que casi no soportaba pasear por las calles de la ciudad. Los adolescentes estaban descontrolados: las drogas, el alcohol y el sexo dominaban todo. Salir por las noches era un calvario. Principalmente porque tanto “amor” en el aire me ponía de un humor pésimo. Suponía que ahora vivía solo para encontrar eso: el amor. O lo que fuera que me ayudara a soportar un poco tanta agonía y soledad. 
No fue hasta 1995 que encontré lo que estaba buscando. O eso suponía yo. 
Ella era una estudiante de medicina de la universidad de Dartmouth donde había decidido entrar ese mismo año. Si quería conseguir a alguien mejor parecerse a una persona normal y mis 20 eternos años me permitían entrar. No sin algunas falsificaciones claro esta. 
Su nombre era Elisabeth Jones y estudiaba medicina. Era muy bella a su manera, ademas de simpática. Por fin después de mucho tiempo encontraba a alguien que simpatizara conmigo, alguien que me hablaba y entendía. Pero sabía que no podría contarle nada acerca mi naturaleza, no si quería mantenerla a salvo, y conmigo. 
Pero mi destino era caminar siempre por la linea del desastre. 
Ben volvió. Desquiciado, totalmente loco y hablando cosas sin sentido de que yo le ayudaría a armar un ejercito de vampiros para acabar con unos italianos. Los Vulturis parecían sacados de una película de terror, con sus capas negras y su paso silencioso, como fantasmas. Traté de razonar con el todo lo que mi instinto me dejaba, ya que quería arrancarle la cabeza a mordiscos. Pero el no estaba de humor para razonar. Me di cuenta de que sus pensamientos volaban hacia su difunta pareja y eso lo ponía aun peor. 
Elisabeth no estaba a salvo conmigo y eso bien lo sabía yo. Detuve lo que nos pasaba antes de que fuera demasiado tarde y no pudiera alejarme de ella. Eli se mudo sin saber porque me había ido de repente. 

Yo seguí vagando sin rumbo fijo. Ben se marcho con la promesa de que volvería pero yo lo creía poco probable, principalmente por el echo de que en su cabeza no había nada mas que ansias de venganza, y no tenía tiempo para convencerme de que lo acompañe. Pero tampoco podía matarme, al igual que yo tampoco podía. Le odiaba, pero no iba a convertirme en alguien igual que él. 
Después de un tiempo me puse a pensar que ya era tiempo de dejar ese embrollo sobrenatural por un tiempo. O quizás para siempre. Me estaba volviendo uno de ellos conforme pasaba el tiempo y necesitaba volver a ser humano de nuevo. 
Con Eli pude lograrlo aunque solo por un instante. Volver a pensar en cosas humanas me dejaba en paz. 
Pero comenzar de nuevo no fue fácil. 
Terminé en Alaska, a las afueras de la ciudad de Juneau, arreglando una casa abandonada que se estaba cayendo a pedazos. Conseguí un trabajo en un pequeño supermercado y comencé a hacer como si nada en mi vida había pasado. Traté de olvidar. 
La conocí un día en el trabajo cuando uno de esos estúpidos ladrones quiso robar otra vez. El hombre la tomó de rehén apuntándola con un arma que ni siquiera estaba cargada. No me costó mucho salvarla de aquello sin necesidad de hacer mucho teatro. Todo el mundo estalló en aplausos cuando el estúpido ladrón termino en el piso reclamando perdón. 
Su nombre era Lissie Vennett. Trabajaba como maestra en la secundaria local. 
No podía decir que fue lo que me atrajo, pero terminé por declararme locamente enamorado de ella una tarde de otoño mientras dábamos un paseo en su auto. Yo estaba mas que feliz de que ella correspondiera a mis sentimientos. 
Unos meses mas tarde nos encontramos con la noticia de que no estaríamos solos en la casa. Nos habíamos mudado juntos a su casa y yo había echo lo mio arreglando el cuarto que sería de Claire, nuestra hija. 
Cuando ella nació fui el hombre mas feliz del mundo. Ya no me importaba lo que había pasado con mi familia porque ahora tenía la mía propia. Una familia que de pronto se agrando mas.
Unos meses después del nacimiento de Claire una carta apareció en mi buzón una tarde. Tuve suerte de que Lissie no estuviera en casa, porque la carta era de alguien que nunca hubiera esperado, y decía cosas que cambiaban todo. 
Esa carta era de Elisabeth. Luego de mi partida se entero de que no la había dejado sola. 
Nuestra hija había nacido 9 meses después de que me fui, cuando yo había conocido a Lissie. 
Ahora era padre de dos hermosas hijas: Sara y Claire. 
Eli se negó a ponerle mi apellido a Sara, y yo no la contradije, después de todo me había ido. Lissie entendió toda la historia y me sorprendí cuando me dijo que no nos apartaríamos de Eli y Sara, ya que ahora yo tenía un deber con ambas. Eli entendió a la perfección mi elección cuando le dije que no quería que Sara supiese quien era su padre. 
Y así pasaron los años, cuidando de ambas, aunque ellas no supieran la verdad. 
Aun así, ellas me hacían el hombre mas feliz del mundo. 

La voz mental de mi padre parecía estar contándose la historia a si mismo. Yo no sabía todavía si lo que había escuchado de su mente no era mas que una historia sacada de un libro. No parecía real en lo absoluto.
Me costo un buen rato volver a respirar regularmente, y aun mas dejar de llorar.
¿Que pasaría ahora? ¿Debía creer eso que acababa de ver? Porque era algo imposible el echo de que Ben, esa garrapata que nos quería para su ejercito no fuera nada mas ni nada menos que mi tío.
Nuestro tío.
Siempre había pensado en Sara como una hermana del alma, esa mejor amiga que se convierte sin querer en familia, pero esto era demasiado. Este secreto era demasiado par mi.

Lo siento. Siento que tengas que saber todo de esta forma. Pero te lo hubiera dicho antes de saber que tu también eras como yo. Ben a venido a hablar conmigo anoche, ese maldito las ha molestado todo este tiempo y yo no eh sido capaz de darme cuenta de ello. Me siento realmente mal por haberlas dejado enfrentar esto solas. Pero al menos ahora lo saben todo. 
Seguro Sara ya debió de ver esto ¿a que si? Entonces me despido de ambas. Las amo con toda el alma, son lo mas importante que tengo y lo que me mantuvo durante todos estos años. Sara, en verdad siento no haberte dicho esto, pero entiende que no te merecías un padre como yo. Espero sepas perdonarme con el tiempo. Las quiero. Y quiero que se cuiden, y que cuiden de sus madres y amigos. Créanme que no sabes cuanto quieres a alguien hasta que lo pierdes. 
Cuídense mucho.

La mente de mi padre se fue apagando.
No lo volví a escuchar mas. Ni a su corazón tampoco.

3 comentarios:

  1. Waooo!! Amiga Romi!!!

    Este capi es estupendo!!! Waoooo!!! me quedo en el sitio!!!

    Sara y Claire HERMANAS!!!!!!

    Coloca el próximo capi please!!! ya quiero saber que va ha pensar Sara de todo eso de que el padre de Claire es el suyo propio... WAOOOOO!!!

    Espero pronto nos sigas contando....

    Hasta Pronto!!!

    Anita

    ResponderEliminar
  2. Aunque sabía que eran hermanas desde que empezaste a escribir la historia ese día en tu cama al lado de la mia no sabia que me ibas a hacer llorar!! Mala :'( te amo

    ResponderEliminar
  3. estoy muy sopremdida
    no me entra en la cabeza de verdad
    no lo esperaba
    a un me retunba en la mente la palabras
    hermanas, me fasino el capitulo

    ResponderEliminar

MI BLOG SE ALIMENTA DE TUS COMENTARIOS
¡COMENTA PLEASE!

Calendario