Para reflexionar...

Y así después de esperar tanto, un día como cualquier otro decidí triunfar. Decidí no esperar a las oportunidades sino yo mismo buscarlas. Decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución. Decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis. Decidí ver cada noche como un misterio a resolver. Decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz. Aquel día descubrí que mi único rival no eran más que mis propias debilidades, y que en éstas, está la única y mejor forma de superarnos. Aquel día dejé de temer a perder y empecé a temer a no ganar. Descubrí que no era yo el mejor y que quizás nunca lo fui, me dejó de importar quién ganara o perdiera. Ahora me importa simplemente saberme mejor que ayer. Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino dejar de subir. Aprendí que el mejor triunfo que puedo tener, es tener el derecho de llamar a alguien "Amigo". Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento, "el amor es una filosofía de vida". Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados y empecé a ser mi propia tenue luz de este presente. Aprendí que de nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de los demás. Aquel día decidí cambiar tantas cosas. Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad, desde aquel día ya no duermo para descansar. Ahora simplemente duermo para soñar.


sábado, 19 de marzo de 2011

(12) Mi vida


Desterré ese pensamiento de mi mente y me concentré en como iba a hacer para que Sara me creyera.

Quil estaba detrás de mi, pisándome los talones. Si no supiera lo que era, estaba segura de poder confundirlo con un vampiro. Era tan silencioso al caminar como esas garrapatas.

Llegue a casa y entre sin mirar dos veces a Sue que estaba con Emily en el sofá. Lo único que quería en ese momento era el teléfono. Marque el número de la casa y rece para que fuera ella quien me atendiera. Pero fue su madre.

-¿Hola?

-Hola señora Jones. Soy Claire ¿se encuentra Sara?- por favor, por favor... repetía una y otra vez en mi fuero interno. Tenía que saber que Sara estaba bien. Había decidido no decirle nada, hasta que viera que el peligro también le afectara a ella. Por ahora solo yo estaba entre las especies en peligro ya que el cazador me buscaba a mí.

-Lo siento niña, pero ella se encuentra en el instituto en este momento, ya sabes.- Mierda. La sabe lo todo se había anotado en algunos cursos de verano. Según ella eso haría que se graduara antes, y saliera de ese "estúpido lugar" para irse a yo que sé dónde.

-Suenas nerviosa ¿necesitas algo?- La madre de Sara era muy intuitiva y se dio cuenta de que algo me pasaba. Trate de calmarme y, algo tarde le conteste

-Estoy bien, gracias. ¿Podría decirle a Sara que me llame en cuanto llegue?- Esta vez mi voz no reflejaba los nervios que me quemaban viva.

-Claro... le hará feliz saber que as llamado.

-Bien, eso es todo. Adiós- le dije y luego sin esperar una contestación le corte.

Me quede en donde estaba. Luchando por olvidar lo que había pasado hacía no más de 15 minutos. Quil seguía detrás de mí, esperando a que dijese algo, pero no podía verbalizar como me sentía en ese momento. Emily se acerco.

-Claire ¿qué sucede?- no le respondí, ni siquiera me di vuelta para mirarla. Fue Quil quien hablo por mí.

-Hay problemas.- ¿como se había dado cuenta de eso tan rápido? no tenía la mas pálida idea de lo que pasaba pero aun así, se las ingenio para saber que algo se cosía.

Salí de mi trance y me dirigí al sofá, donde caí agotada.

-¿Qué clase de problemas? – pregunto Emily. ¿Por qué ocultárselo a ella también si sería el mismo Sam quien le dijese toda la historia?

-Un vampiro…- esas dos palabras me costaron más de lo que pensé en ese momento. Si, un vampiro. Toda mi vida gira alrededor de esas horribles criaturas, ya tendría que haberme acostumbrado a esa sola palabra.

Emily se lo pensó un rato y al final agregó.

-¿Es que la manada no puede con un vampiro?- Dijo en tono burlón, dirigiéndose solo a Quil. La mire incrédula.

Suspire.

-Quil… ¿Quieres saber toda la historia?- no se para que pregunte. Ya sabía la respuesta.

-Claro.-me pare del sofá a regaña dientes y me dirigí a mi habitación. El me siguió, como esperaba que lo hiciera. No sabía cómo iba a hacer eso. Nunca se lo tuve que contar a nadie y no sabía por dónde empezar.

Abrí la puerta y me desplome en mi cama. Pase de la incredulidad a la ira.

¿Porque tuvo que elegir precisamente este momento para reaparecer en mi vida? ¿No pudo esperar unos años más? Después de todo ¿qué significan unos años para un inmortal?

-Maldición- dije una y otra vez, mientras mis lágrimas corrían incontrolables por mi rostro.

-¡Claire ¡- Quil se arrodillo en el piso al lado de mi cama y me suplicaba que le digiera que estaba pasando para que pudiera ayudarme. Estaba realmente irritada y quise descargar toda esa ira en alguien más, pero la única persona cerca era…

-Quil… ¡Para ya! No puedo con todo lo que está pasando, y verte a ti en este estado por mí, me mata. Así que si me quieres lo suficiente por favor ya para…- quería darme de a bofetadas en cuanto termine la frase.

Su cara se descompuso en una clara mueca de dolor, que hizo que me entraran ganas de que alguien me matara. ¿Porque ahora que quería morir no había ningún desquiciado vampiro neonato que me quisiera como plato principal? Quil se merecía algo mucho mejor que yo. Alguien que no lo hiciera sufrir como lo estaba haciendo en ese momento.

Era un monstruo. Yo debería estar en una jaula de concreto solido en el medio del mar, totalmente a oscuras, lejos de todo ser vivo que pudiera dañar. Totalmente alejada del ser que más amaba en el mundo.

Una punzada de agonía cruzo por mi cuerpo.

Sabía que no podría vivir sin él, y también sabía que él tampoco podía hacerlo. Estaba completamente segura de que cruzaría el mar a nado solo para rescatarme de mi propio encierro, uno que merecía claramente.

Quil seguía esperando a mi lado. Su calor me ayudo a pensar y a disminuir mis sollozos.

Me iba a prometer no lastimarlo más de esa manera. Esa debería ser mi meta en este mundo de fantasía.

-¿Te sientes mejor?-¿cómo se las arreglaba para hablarme después de lo que le había dicho? Debería haberse ido cuando pudo. Maldición, pensar que se pudo haber ido hace mucho no me ayudaba a conseguir la calma absoluta.

Solo cuando estuve totalmente segura de que ya había pasado todo pude hablar.

-Quil lo siento tanto…no era mi intención herirte...- Quil negaba con la cabeza.

-Está bien, no te preocupes…Soy fuerte… y tenías razón, supongo que tenías bastante en que pensar como para preocuparte también por mí. La verdad es que debería ser yo quien me disculpara.- ahora era yo quien negaba.

-No tienes nada de que disculparte, nada de esto ha sido culpa tuya…- le dije.

Los dos nos reímos a la par algo sobriamente.

Había llegado el momento que tanto temía. Contar la verdad, una verdad que sería mejor ocultarle, por su bien.

Me acurruque en la cama y le di unas palmaditas al lugar que se encontraba a mi derecha, para que él lo tomara.

Se sentó a mi lado y me paso su brazo por los hombros.

-Bien, te escucho.

No sabía por dónde empezar. La verdad era que tenía miedo de su reacción.

-Es una historia algo larga…- le dije, previniéndole de lo que se le venía en sima.

-¿Tienes una larga historia con un vampiro?- sus manos le temblaron un poco. Pero yo estaba preparada para una reacción como esa.

-Oye, tranquilo. Si estoy aquí quiere decir que salí de todo eso. Ahora escúchame. Hazme todas las preguntas que quieras, pero solo cuando haya terminado. ¿Sí?...- esa sola petición estaba segura que sería rota en seguida. El asintió y yo me devane los sesos pensando en cómo empezar mi narración.

- Todo comenzó hace casi cuatro años, cuando empezaba el instituto.- debía de comenzar por aquellos días, cuando todo era normal para mí.

>>Como te dije no tenía amigos… Bueno con excepción de una persona. Ella fue la única que me acepto como era en aquel entonces. Sara Jones fue la primera amiga que he tenido. Aunque éramos totalmente desparejas, ella me entendía. Porque habíamos pasado por algo similar en la vida.

>>Sara tenía 6 años cuando se mudaron de Seattle. Su madre es doctora y consiguió un trabajo en Alaska. No le pagaban tanto como en la gran ciudad, pero a su madre le gustaba la tranquilidad del lugar. Ella no conoce a su padre ya que él se fue cuando se hubo enterado de que su madre estaba embarazada. Pero no se anima a preguntarle a su madre sobre él.

>>A pesar de que la ciudad en la que vivíamos era pequeña, jamás nos vimos hasta el primer día, donde compartíamos la banca en unas cuantas asignaturas.

Ella es buena en casi todo lo que hace. Toca el piano como nadie y es buena alumna.

Un día vimos un cartel en la puerta principal del instituto que decía sobre clases de guitarra y decidimos inscribirnos las dos.

>>Éramos buenas. Descubrí que tenía buena predisposición con la música a pesar de que nunca antes me había atraído.

Solíamos quedarnos una en la casa de la otra los fines de semana. Pasábamos toda la noche en vela tocando, buscando “la inspiración”.

Suspire. Se venía la parte mala de la historia.

>> Un día nos hartamos de la misma rutina, y decidimos cambiar un poco. Al finalizar las clases del día, nos dirigimos al bosque. Habíamos decidido encontrar un lugar en el cual estar solas y concentrarnos solo en la música. Encontramos un lugar perfecto. Solíamos ir casi todas las tardes, cuando no teníamos que estudiar.

>>Todo era normal hasta el día en que lo vimos por primera vez. Jamás habíamos creído en fantasmas, pero este tipo apareció de la nada sin que nos diéramos cuenta. Nuestra primera impresión fue de asombro. Nunca antes habíamos visto a un ser mas…hermoso. Rubio, alto y pálido hasta lo imposible. Nos sonreía. Las dos nos estremecimos a la vez al ver sus dientes blancos expuestos de esa manera.

>>Solo pensamos una cosa: Peligro. Nos paramos de a poco simulando que ya era tarde a pesar de que eran recién las 5:30 en uno de esos días típicos en Alaska.

Caminamos por el sendero a toda prisa. Eche unas miradas por encima de mi hombro pero el ya se había ido tan rápido como había llegado. No volvimos a ese lugar.

>>Hablamos sobre eso durante algunos días. No sabíamos quien había sido ese tipo. No era de por allí. Sopesamos la posibilidad de que tal vez fuera un cazador que pasaba por ese lugar y quiso asustarnos, pero aunque quisimos convencernos de ello, aun seguíamos pensando en eso como algo antinatural.

Vi por el rabillo del ojo a Quil que estaba absorto en sus pensamientos. Se me hizo raro que me haya hecho caso cuando dije lo de “preguntas al final”.

Seguí con mi relato.

>>Pasaron 3 meses y todo era como debía ser. Bueno al menos en lo que respectaba a mi familia y a la de Sara, porque Alaska ya no era el lugar tranquilo que solía ser. La policía estaba como loca porque 6 personas habían desaparecido en 3 semanas. La gente estaba preocupada aunque en el pasado habían pasado cosas peores. Nuestros padres estaban intranquilos y nos prohibieron rotundamente el salir de la casa, y menos que nada irnos hacia el bosque, ya que 3 de las personas desaparecidas se habían encontrado allí. Se necesito mucho trabajo para averiguar si esos huesos carbonizados hasta el punto de tener que realizar registros dentales, eran los de las personas desaparecidas o el número se había incrementado.

>>Nuestros padres no necesitaron decirlo dos veces, ya que no nos habíamos olvidado de lo que nos había pasado en el pasado.

>>Un día nos encontrábamos en la casa de Sara, más específicamente en su patio, que daba al bosque. Su madre no se encontraba allí, pues estaba trabajando. Nos habíamos llevado uno de nuestros libros favoritos: Romeo y Julieta. Yo leía para las dos en voz alta, cuando ahí estaba de nuevo. Fue igual que la primera vez, apareció de la nada, sonriéndonos a las dos. Pero algo había cambiado. Y ese pequeño cambio lo hacía aun más peligroso de lo que ya nos parecía.

>>La última vez que lo habíamos visto sus ojos eran negros como la noche, pero no era así esa vez. Eran del más intenso color rojo, rubí. Quería salir corriendo de ese lugar y alejarme de él, pero no podía. Era como si algo me pegara al piso en donde estaba, y nada podría sacarme de ahí. Vi que Sara estaba en la misma situación que yo.

Los recuerdos de aquel día eran tan vividos en ese momento. Recordé la pesadez de mis músculos y huesos. Todo eso solo por el miedo. Si me hubiera pasado eso en este momento no dudaría dos veces en ponerlo en su lugar.

>> Casi nos da algo cuando se acerco a nosotras para hablarnos.

-Hola, mi nombre es Ben. Me da gusto conocerlas al fin- dijo como si hubiera esperado por largo tiempo conocernos. Su voz…bueno lo oíste hablar hoy. Supongo que te imaginaras como quedamos en ese momento. Si pensábamos que él era un fantasma, ahora estábamos seguras de ello, o algo por el estilo.

-¿Que quieres?- Me sorprendió bastante ver que Sara se había dirigido a él. Aunque se notaba que estaba consumida por el pánico.

Ben la miro solo a ella y le dijo, tan amablemente como antes.

-Lo sabrán dentro de muy poco tiempo Sara- ya sabía nuestros nombres.

Dicho esto dio media vuelta y se fue. Nunca había visto a nadie correr de esa forma, pero la verdad ya ni nos sorprendió. Porque nos esperábamos algo parecido.

>>No les dijimos nada a nuestros padres. Sabíamos que ya estaban lo suficientemente preocupados como para decirles que estuvimos con un fantasma o algo así, nos mandarían personalmente a un siquiátrico.

Lo que más nos asustaba no era precisamente el haberlo visto, sino lo que nos dijo. “Lo sabrán dentro de muy poco tiempo”, esas fueron sus palabras exactas. Eso significaba que volvería. Y también significaba que lo que quería era vernos a nosotras.

>>Pero paso una semana y nada. Habíamos decidido que, en el caso de que el volviera, nosotras estaríamos lejos de nuestros padres. No queríamos involucrar a nadie y menos que menos a nuestra familia.

>>Pasaron los días. Nada había cambiado. “Ben” como dijo que se llamaba, estaba esperando algún cambio, pero no sabíamos que cosa esperaba que cambiara.

Hasta el cumpleaños de Sara ese año. Un 19 de Setiembre, nos dimos cuenta de que el cambio que estábamos esperando, se produciría… en nosotras mismas.

-¿Qué pasó? ¿Qué cambios?- ya sabía yo que su silencio no duraría demasiado.

-Aun no he terminado Quil…y tranquilo no es nada de lo que debas pre…

-¿Qué cambios?- me exigió. Había clavado su mirada en mí y se notaba que estaba algo…preocupado. Parecía ser que en su cabeza no había cosas muy buenas. Pero ¿quién no sacarías falsas conclusiones después de esto?

Suspire derrotada, después de todo esta era la quid de la cuestión.

-Bueno…los mismos cambios que se producen en un humano “normal” cuando la ponzoña de vampiro lo envenena…

1 comentario:

  1. kede super intrigad en la historia sigue esta buenisima :=) me encanta tu blog...

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